domingo, 24 de octubre de 2010

En el amor y en la guerra...

¿Cómo habían llegado a esa situación? No logro comprenderla. Algo dentro de mí me dice que esta no es mi batalla, pero lo es, me guste o no: es mía y de mi pueblo.
Algunas veces pienso que todo esto es culpa de nuestros gobernantes, pero enseguida hago callar esa voz, pues no estoy aquí para pensar, sino para luchar.

Pero, por más que lo intento, no puedo evitar pensar, no puedo dejar de hacerlo, no se va de mi cabeza: no dejo de pensar...en ella.
Me da fuerzas, pero a la vez me abate. La idea de no volver a verla se me hace tan insoportable que quiero gritar y espero que todo el dolor y la rabia acumulados me sean útiles hoy. Antes de que las ganas de gritar con todas mis fuerzas para desahogarme se vayan, mis hermanos lo hacen por mí, así que me uno a ellos. Formamos un coro que resulta incluso bello, debido a que todas nuestras voces están marcadas por el dolor; somos un solo cuerpo dolorido gimiendo, como una manada de lobos aullando.

No se cuanto tiempo pasa, pero enseguida noto un fuerte zumbido y me callo, al igual que mis hermanos, buscando la fuente del sonido. No hace falta buscar mucho: una nube negra se abalanza sobre nosotros. Rápidamente cojo mi escudo pero antes de que me de tiempo a cubrirme caigo al suelo.

Mientras me levanto, con la vista nublada y sin poder oír nada, veo a muchos de mis hermanos en el suelo. Las flechas en sus cuerpos inertes hacen que sienta una punzada de dolor en la cabeza, demasiado fuerte para ser solo por la horrible visión. Palpo con la mano mi sien derecha y el daño aumenta, me miro la mano y está llena de sangre: mi sangre.

Ahora que lo pienso, no se cuanto tiempo he estado inconsciente, pero a mi alrededor solo hay cadáveres, flechas y humo. El olor a muerte es insoportable, y el sabor de la sangre en mi boca me repugna. Comienzo a andar pero caigo al suelo, mi vista ha mejorado un poco pero mi oído sigue sin responder. Con mucho esfuerzo, vuelvo a levantarme y empiezo a caminar despacio. Desorientado, busco algún rastro, algo que me indique hacia donde ir. A lo lejos creo ver fuego y unas sombras que se agitan: la batalla continúa.
De nuevo, otra punzada de dolor y su recuerdo, su amargo recuerdo. La idea de huir para ir con ella pasa un momento por mi mente, pero me abandona enseguida: no serviría de nada.

Ante todo soy un guerrero, y lo único que me queda es mi vida y mi honor. Ansío con todas mis fuerzas volver a verla,a acariciarla, a sentirla...pero una vida sin honor no es nada. Decidido, recojo mi equipo y camino con paso firme.
Mi oído se recupera. Empiezo a oír el sonido del acero chocando, eso me reconforta: significa que todavía hay algo por lo que luchar, que no todo está perdido.

Ya estoy cerca cuando me encuentro con un joven, está de pie, inmóvil. Le conozco: le he visto muchas veces por las calles del pueblo. Su aspecto demacrado hace que dude un momento, pero es él; y al verme también me reconoce. Su rostro asustado me observa con detenimiento, abre la boca para decir algo pero no puede: rompe a llorar y su rostro se llena de lágrimas. Se acerca y me abraza con fuerza. Dice que se quiere marchar, que desea volver a su hogar, con su familia. Le comprendo, realmente me da mucha lástima; es demasiado joven, practicamente un niño.

Hago que se siente y coma un poco, mientras yo saco un trozo de papel y empiezo a escribir. Mientras la hoja se llena con palabras llenas de pesar y sufrimiento una lágrima corre por mi mejilla. Cuando acabo de escribir, la gota resbala y cae en el papel, como si fuese mi firma: no se me ocurre mejor forma de acabar esta carta, estas palabras que dedico a mi amor. Espero que comprenda que ella es mi fuerza, lo que me empuja a seguir luchando y quiero que sepa lo mucho que he sentido tener que marcharme de su lado.

Dejo de leer y miro al chico, le pido un favor: le ruego que regrese al pueblo y que le entregue la carta a mi amada. Lo comprende inmediatamente y su rostro cambia por completo, ahora tiene decisión y valor en la mirada. Me observa y se lleva el puño cerrado al pecho, en señal de respeto. Entonces echa a correr tan deprisa que le pierdo de vista enseguida.

Sigo mi camino, con imágenes de su rostro pasando por mi mente constantemente. Cuando llego al campo de batalla me doy cuenta de que la carta será una despedida: quedan muy pocos hermanos y la gran mayoría están heridos. El enemigo es numeroso y fuerte, pero no me importa: lucharé hasta el último aliento. A mis pies veo nuestro estandarte, lo recojo y lo ondeo al viento, en señal de desafío. Desenvaino mi espada, blandiéndola con fuerza, acabando con más y más hombres.

Con cada vida que quito, más pienso en ella. Odio relacionarla con tales atrocidades, pero eso me mantiene en pie, con la fortaleza necesaria. Tengo todo el rostro salpicado de sangre y no paran de venir...Que vengan, pienso, no me rendiré. Sigo combatiendo cuando noto frío, mucho frío en el estómago: una espada me atraviesa completamente. Todavía tengo fuerzas para acabar con un par más,resistiendo el dolor,cuando por fin, caigo.

Siento como la vida me abandona pero estoy feliz: la siento junto a mi, puedo olerla, la veo perfectamente mientras me sonríe. Está bien, puesto que todo lo que hice, lo hice por amor: lo hice por ella.

Y así acabó, triste final, caigo en la tierra con una herida mortal. Más si ese es mi destino no lo haré esperar.
Siento llegar la oscuridad, muero tranquilo, he luchado hasta el final. Por mi hogar doy la vida, no puedo dar más...

domingo, 10 de octubre de 2010

I Ka Kené, lo nuevo de...¿Dover?

I Ka Kené, así se titula el nuevo disco de Dover, la banda madrileña de...no sabría decir que estilo tocan hoy en día estos chicos, la verdad. Un disco con un claro aire a melodías africanas y cantado en inglés (como es habitual en la banda), francés e incluso bambara: un dialecto africano.
Con esta introducción y tras haber escuchado el disco varias veces solo puedo decir:

"¿Quienes sois y que habéis hecho con Dover?"

Me preocupa que al escribir esta reseña se me tome por otro de los muchos "fans indignados" que ahora echan pestes del grupo, pero es que en el fondo me siento un poco así.
Y creo que no es para menos, puesto que Dover ha significado mucho para mí, mucho mas que una simple banda: fue el grupo con el que me inicié en el Rock.


Todavía recuerdo cuando era pequeño y brincaba cuando oía sus canciones por la radio o la tele. Cuando, aunque lo máximo que sabía decir en inglés era que "My name was Sergio", podía parlotear perfectamente sus canciones, sus pegadizas y grandes canciones.

Fui creciendo, y me di cuenta de lo mucho que me gustaban. Me sabía casi la totalidad de sus canciones: temazos como "Serenade", "Devil came to me", "DJ", "The Hitter" o "Cherry Lee". Pero fue con la salida en 2001 de su disco "I was dead for 7 weeks in the city of Angels" cuando me convertí en un seguidor total del grupo: ¡Que ritmos, que voces, que guitarras, que pegadizas letras!

Incluso me compré el anterior disco, ese "Follow the city lights" con el que sorprendieron a todos (para bien o para mal) cambiando radicalmente de estilo.
He de admitir que el disco me gustó, ya que, incluso con ese cambio mas comercial, la esencia Dover seguía estando ahí. Había incluso temas con guitarras (muy distorsionadas, eso sí) que sonaban muy bien, incluso ligeramente cañeros.
Aún así, guardaba la esperanza de que en el próximo disco volviesen a ser los de antes, a pesar de que, como digo, el disco me pareció correcto.

Y ahora me encuentro con este I Ka Kené, su "nuevo experimento".

Dejando de lado que el estilo no me gusta para nada y siendo objetivo, el disco es aburrido, con ritmos monótonos en la mayoría de las canciones y repetitivo: TREMENDAMENTE REPETITIVO. Estas 2 palabras resumen a la perfección lo que es este nuevo trabajo. La "influencia africana" de la que tanto hablan no solo está presente, es que satura por completo el disco.
Es más, mientras escribo estas líneas lo estoy escuchando y me reafirmo: es un disco muy pobre.

Hay algunas canciones que en en determinados momentos cumplen lo que prometen, es decir, estilo mas fiestero, caribeño, con ritmos playeros y alegre. Pero en la inmensa mayoría del disco reina un aburrimiento total, esa repetición de la que hablaba antes elevada a cotas altísimas.
La verdad, no creo que con este paupérrimo trabajo consigan vender mucho, y puesto que esta parece ser su política actual, vaya golpe en la cara.

Y me gustaría añadir que no me parece mal que los artistas busquen nuevas fórmulas, nuevas maneras de expresarse. Pero que Dover haya pasado del Rock (incluso Grunge) al Electro Pop por razones puramente creativas...perdonadme, pero no me lo creo.

De verdad espero (aunque ya sin mucha esperanza) que la banda cambie de aires o, por lo menos, que abandone esta política oportunista para ganar dinero. Nada efectiva, por otra parte, ya que con su anterior disco no lograron vender ni una tercera parte de lo que vendieron con "Devil came to me". De esta forma están destinados al fracaso, o a sonar continuamente en emisoras de radio pachangueras, lo cual me parece incluso peor.

Dover debería predicar con el ejemplo que da en sus canciones y hacer lo que decía en aquella frase de su canción "The weak hour of the rooster" (sacada de las ultimas declaraciones de Kurt Cobain antes de suicidarse):

-"I rather be dead that being so lame. It's better to burn than to fade away."-

("Preferiría estar muerto que ser tan patético. Es mejor quemarse que apagarse lentamente")

Me quedo con los Dover de siempre.

lunes, 4 de octubre de 2010

Hoy cocinamos con... Juampa

Esta nueva sección titulada "Hoy cocinamos con..." tiene como objetivo fomentar la participación más activa en el blog, permitiendo a los usuarios que deseen contar algo interesante hacerlo aquí.
Cualquier tema, cualquier estructura, cualquier estilo...todo vale.

Empezamos esta andadura con Juan Pablo, que muestra en este escrito las preocupaciones y debates que a más de uno se nos habrán presentado alguna vez. No digo más, cocinemos con él.

Reflexiones en la penumbra



Un cúmulo de emociones danzando juntos al compás,
se forman en mi mente logrando que la confusión reine en mi.

Los pilares del mundo que había creado se desmoronan
generando una enorme grieta justo bajo mis pies.

Los problemas no acaban, y el pasado llama a mi puerta,
por aquel entonces cerré los ojos y los demás libraron mis batallas,
mientras yo dormitaba en mi sueño azabache la más solitaria paz.

Las fuerzas no me acompañaron, nunca lo hicieron y nunca lo harán,
y ahora tengo miedo de perderlo todo y no recordar el camino.

Pero si de algo estoy seguro es de que no me importa el precio,
no me interesa lo que quede de mí, solo se que lo ataré conmigo
a las profundidades de la oscuridad donde nunca conocerá la luz.

La decisión ha sido tomada, pero no todo ha acabado,
otro frente sigue abierto y debo elegir un bando:
¿El espejo o el fulgor?
¿Los atisbos de un nuevo amanecer o los deslumbrantes rayos del atardecer?

Ilustradme sabio maestro, dictadme qué debo hacer.

Juampa