sábado, 11 de septiembre de 2010

Sigo nadando...


Estoy nadando, me agito, aleteo, sigo nadando. Ante mí solo hay azul, toda una inmensidad azul. Cuanto más avanzo todo se torna más oscuro, pero no tengo miedo en absoluto. Rocas, algas, arena, pequeños compañeros, más arena... Todo me resulta extrañamente familiar, pero no logro acordarme de porqué. No se adonde me dirijo ni tampoco de donde vengo, pero no me importa: sigo nadando.

De repente, noto algo grande, muy grande. No lo veo, pero lo siento. No es una ballena, no huele así. Tiene un olor extraño, tiene muchos; pero por alguna razón no me resulta desconocido, creo que lo he olido antes, pero no se cuando. Cada vez está mas cerca, lo noto, pero sigo sin verlo. Aunque la verdad es que no me importa: sigo nadando.

Todo empieza a agitarse y oigo un ruido muy fuerte, atronador, sus vibraciones hacen que me desoriente un poco, pero continúo. Entonces, millares de compañeros me adelantan rápidamente, golpeándome. Les sigo y me incorporo veloz a su marcha. Todo esto ya lo he vivido, estoy casi seguro, pero no consigo recordarlo. Avanzamos velozmente, sin rumbo, pero no me importa: sigo nadando.

En un instante, algo se nos abalanza y hace que nos juntemos más, formando practicamente una masa uniforme que se retuerce y se agita. Casi no puedo respirar, ese extraño objeto me oprime más y más, a mí y a mis compañeros. Creo que nos movemos hacia arriba pero, ¿por qué todo me resulta tan familiar? No me importa en absoluto: intento seguir nadando.

Entonces me despierto en un sitio desconocido, frío, duro. Me ahogo, no puedo respirar, me retuerzo violentamente.

¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí? No me acuerdo.

No puedo seguir nadando...


1 comentario: